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Literatura

De las gestas trágicas: Amarás a Dios sobre todas las cosas

El prolongado debate en torno a la reforma migratoria en los Estados Unidos –debate que ocurre a ambos lados de la frontera—aunque ocupa importantes espacios políticos, sociales y mediáticos ha tenido como efecto colateral la deshumanización del tema; dicho de otra manera, la deshumanización del migrante. El migrante se vuelve cifra, se vuelve estadística, se vuelve letras y palabras dentro de iniciativas de ley, discursos y sesudos papers académicos. Su carne, la carne que viaja desamparada, confundida, amenazada, perseguida y hambrienta encima del tren que recorre México, o entre los cerros salvajes del desierto de Arizona, es una mera anécdota, una inconveniente corporalidad.

En un momento especialmente intenso y trágico de Amarás a Dios sobre todas las cosas, Walter, el protagonista, inmigrante hondureño que intenta atravesar México para llegar a los Estados Unidos, escucha del líder de sus captores estas palabras: “Aquí ustedes no hablan, no piden, nada de tener hambre, de querer su peluche, de pedir por su madre, aquí ustedes son mierda, ustedes no son nada, cabrones, nada, y si por ahí les damos de comer no es porque creamos que son humanos, no, mierdas, les damos por puro corazón y para que no se nos mueran, porque luego empiezan a apestar, y se agusanan todos, y no se lo vamos a permitir, eso sí que no…”.

El postulado es claro: el inmigrante no tiene nombre, y no tiene futuro. En manos de sus secuestradores es un pedazo de carne apetecible sólo por el rescate potencial que se puede cobrar; en manos de los gobiernos, sea el mexicano o el estadounidense, es un visitante indeseado, una inconveniencia que debe ser eliminada mediante la persecución, el arresto y la deportación.

Amarás a Dios sobre todas las cosas (Tusquets, 2013), la cuarta novela de Alejandro Hernández (Saltillo, Coahuila, México, 1958) esconde bajo un argumento aterrador, un principio de humanidad básica: la palabra como humanización, el nombre como signo mutuo de reconocimiento de lo humano. Walter, el protagonista, nunca olvida que es Walter, y repite continuamente los nombres de las personas que le son importantes, desde su familia, a su gran amor Elena, a quien conoce en el camino de la migración a través de México, al de amigos que va haciendo a lo largo de su recorrido y a los cuales, si no conoce su nombre, les asigna apodos que los identifiquen y humanicen.

Alejandro Hernandez, autor de Amaras a Dios sobre todas las cosas.

Alejandro Hernandez, autor de Amaras a Dios sobre todas las cosas.

En una tierra hostil, plagada de peligros que van desde el poder mutilador del tren (que funciona como una gigantesca alegoría de la deshumanización), a la violencia ilimitada de secuestradores y policías, Walter vive aferrado a la palabra: a su nombre, al nombre de Elena, a los libros que ha leído en su natal Honduras, a los cuadernos que va escribiendo para dar testimonio de su viaje, para que la palabra remita al único destino posible: se llegue o no se llegue a Estados Unidos, el viaje es lo que importa. Amarás a Dios sobre todas las cosas es entonces una Ítaca de Cavafis en reversa: ahí donde en Ítaca hay esperanza, y al final sabiduría, en la novela de Alejandro Hernández hay desesperanza y amargura. Hay, sin embargo, una sabiduría, triste pero cierta: hay una Búsqueda, en el sentido del Quest de los cantares de gesta y que nos remite a la Morfología de Propp sobre el cuento fantástico. Sólo alguien puro de corazón encontrará al Grial y salvará a Camelot de la aniquilación que sus propios pecados han causado; sólo un migrante puro, en este caso Walter, puede retar al dragón (en este caso al tren), y a los demonios (secuestradores y policías) en la búsqueda de una meta (Estados Unidos) y de un amor (Elena), para salvar a su familia en Honduras de los pecados de la pobreza y la falta de oportunidades.

Aclaro que no hago una simplificación de lo que es un argumento extraordinariamente complejo; simplemente establezco paralelismos que no dejan de sorprenderme y que hablan de la profundidad de la novela. Alejandro Hernández ha escrito 312 páginas de apretadísima narración. Esto no es, en modo alguno, un cuento de hadas sino una realidad dura, despiadada. Y no ironizo al llamar “puro” a Walter. Walter llega a complejísimas encrucijadas morales y toma decisiones muy difíciles: en medio de todo ese marasmo, no se pierde, ni pierde su nombre; es decir, no pierde su identidad, su razón de ser. No deja de ser auténtico aún en sus dudas, sus miedos, sus tremendos errores, su inexperiencia. Walter no es héroe ni antihéroe, es un individuo atrapado en una tormenta que tiene que intentar salvarse a sí mismo pero que busca también salvar a otros; su altruismo es tal vez producto de sus lecturas, pero en muchas ocasiones es instintivo.

Evitaré reseñar la historia que relata Alejandro Hernández en Amarás a Dios sobre todas las cosas. No quiero, por hacerlo, alejar a nadie de una lectura potente y necesaria. Pensemos en esto: se ha hablado mucho sobre los abusos a los inmigrantes centroamericanos en territorio mexicano; se ha hablado mucho sobre ese dragón moderno que es el tren (en realidad, la serie de trenes) que los inmigrantes usan para intentar llegar a la frontera con los Estados Unidos. Pero no se había hecho, a mi modo de ver, un trasvase suficiente hacia la ficción. Hoy lo tenemos, con esta novela, pero tampoco es accidente que el largometraje La jaula de oro de Diego Quemada-Diez haya recibido la presea Un certain regard en la 66 edición del Festival de Cannes.

Nada hay más vulnerable que el que camina, dice Walter en alguno de sus muchos periplos. Quien lee Amarás a Dios sobre todas las cosas sentirá la misma vulnerabilidad de quien no tiene nada más que su nombre, que su palabra, para aferrarse a lo precario e inasible del camino.

Inmigrantes centroamericanos viajando sobre un tren

Inmigrantes centroamericanos viajando sobre un tren

 

 

Acerca de gerardo1313

Escritor, periodista, promotor cultural, estratega de comunicación y agente literario. Reside en México tras casi 30 años viviendo en Estados Unidos y Europa. Autor de siete títulos de poesía, cuento, teatro y traducción literaria. Co-fundador y co-director de la agencia literaria PaGe.

Comentarios

Un comentario en “De las gestas trágicas: Amarás a Dios sobre todas las cosas

  1. “Íbamos bien”, suspira otra voz migrante, ahora escuchada en entre la potría, el pisto, los chimbazo, el cachimbear, las canillas, los güirros, el chigüín, los ticucos, el cipote y la turunca deAmaras a Dios sobre todas las cosas, novela sin final feliz.

    Publicado por Madeline R. Sloan | junio 16, 2013, 12:09 AM

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