Motivos ajenos a mi voluntad me han impedido publicar el blog en las dos últimas semanas, por lo que pido disculpas a quienes han entrado en la página y no han encontrado nada nuevo.
En el curso de esas dos semanas me he topado con un poeta extraordinario que me gustaría compartir en este espacio. Se trata del estadounidense Franz Wright, nacido en 1953, y autor de varios poemarios, del último de los cuales, F (2013), traduje algunos poemas. Wright es también traductor, y ha llevado al inglés poemas de Rainer Maria Rilke, René Char, o la bielorrusa Valzhyna Mort, entre otras.
Wright ganó el Pulitzer de Poesía de 2004 por su libro Walking to Martha’s Vineyard. Es interesante subrayar que el padre de Wright, el también poeta James Wright, había ganado el Pulitzer en 1972, lo que constituye el único caso en el que un padre y un hijo han ganado el Pulitzer en la misma categoría.
La relación de Franz Wright con su padre fue traumática. James Wright murió en 1980, a los 52 años, tras una larga lucha contra la depresión y el alcoholismo. Franz Wright, su hijo, ha padecido también diversas adicciones, sobrevivido al cáncer y a un internamiento en una institución de salud mental. En ese sentido, su poesía me conecta con la de la italiana Alda Merini.
La poesía de Wright no es fácil de leer: ácida y sardónica, es también formalmente compleja con largos y angustiosos poemas en prosa. Hay en su poesía un tono final de esperanza, pero el lector debe hurgar largo y profundo hasta encontrarlo.
Los dejo con algunos de sus poemas.
Cuatro de la mañana
Viento que viene de las estrellas.
El mundo es incómodamente feliz—
todo será olvidado.
El ave que nunca he visto
canta con total, tonta entrega;
misma voz, misma hora, hasta que
despierto y cierro mis ojos.
Ahí estaba de nuevo:
el borde del bosque, y la sombra
profunda
de la depresión invitándome
diciendo
Aquí no hay nadie.
Nadie estaba
que se avergonzase de mí.
El compositor
La gente decía que tenía una gran predilección por la buena vida y que comía como un cerdo. Sin embargo, el niño que le llevaba a la cama su chocolate a veces lo encontraba sollozando en silencio, sus rosadas y regordetas manos ligeramente elevadas como conduciendo, evidentemente, en mímicas breves y reverentes. La conciencia de existir en un mundo donde la muerte es real le vino en forma de música.
Arrugada nota al viento
Si nadie estuviese
aquí para verlo
¿diríamos que el sol
brilla? Por supuesto,
estúpido pedante.
Pero ya dije todo
lo que tenía que decir.
Por escrito.
Firmé mi nombre.
El turno es de la muerte.
Se puede quedar con la mía.
Es una perfecta mañana de junio
y acabo de cumplir dieciocho;
ni siquiera puedo creer
como me siento hoy.
Aquí estoy, Señor,
sentado en una maleta,
esperando mi tren.
El sol brilla.
Nunca volveré.
Pordiosero
Ahí está vigilando su lugar en la acera, como siempre, pese a que estuve tanto tiempo ausente. Justo apenas dentro del portal del que parece tener derechos exclusivos. Se pone tan quieto que podría ser como una vieja grulla en el ocaso a la orilla de un río gris y estrecho. Podría ser una lápida que nunca recibió nombre, o un guardián de la frontera entre nosotros y un país en el que nuestros dobles viviesen sus días, idénticos a los nuestros, pero con quietud, tacto, calma e inquebrantable amabilidad. Somos un planeta de hijos de puta de sangre fría, pero de alguna manera él ha logrado jodernos a todos: ahí está, todavía de pie, muy derecho, creo, su brazo derecho más o menos perpendicular al pavimento, y extendido hacia el pavimento ese antebrazo que termina en una huesuda muñeca que surge de su holgada y corta manga con la mano abierta, palma hacia arriba, como si estuviese ofreciéndonos en venta su vacío, o pacientemente esperando que paguemos la cuota.
El poema
Estoy de pie sólo con todos los demás en el centro del mundo,
un rayo violeta del mediodía atraviesa mi frente.
Y de pronto es medianoche.
Querido Jorge: qué hermosa sorpresa!!!!! Vaso Roto Ediciones acaba de publicar No se quebrará la rama de james Wright. El padre de este poeta a quien me encantará conocer!!!! Qué bellos poemas. ¿Hablas con él?
Querido Gerardo, disculpa por el Jorge, estaba terminando de responderle un correo a Jorge Humberto. En realidad, es una de las cosas más bellas que me ha pasado en los últimos años. Cuando leí «Wright», dije, ¡Cuántos poetas de apellido Wright!!!!! Y mira, es el hijo de James….. En la antología tenemos además a Charles Wright y a Jay Wright!!!!
Me encantaria conocer a Franz Wright, me parece un poeta genial.
Traducir poesía es libarla, paladearla hasta la última célula de significado. Leer los versos que compartes con la voz del autor, de fondo, es un regalo. Gracias.
Gracias Miranda!