¿Con qué me quedo de la FIL? Los azares de las letras

Por primera vez en mi vida, acudí a la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara. Lo hice para presentar mi libro de relatos A veces llovía en Chicago (Libros Magenta/Ediciones Vocesueltas, 2011). La experiencia fue única, pero si me preguntan con qué me quedo de la FIL, hay muchas otras cosas que subrayar:

Me quedo con que 659 mil personas asistieron este año a la FIL. En un país donde sus gobernantes y sus candidatos no leen, la esperanza está en las manos de cada lector(a) que abre un libro, que relee, que subraya, que cita, que medita.

Me quedo con que Chile sea el invitado del 2012, porque nos ha dado a Parra, a Huidobro, a Neruda, a Bolaño, a Mistral, a Rivera Letelier, a Lihn, a Rojas, y a tantos más, y nos seguirá dando qué leer.

Me quedo con el hermoso homenaje a Eliseo Alberto, Lichi, que moderó Jorge F. Hernández, junto con Sergio Ramírez, Rafael Rojas, Gonzalo Celorio y María José de Diego, porque a veces un escritor trasciende a sus obras, y es recordado por su corazón, por su calor, por su humanidad.

El homenaje a Lichi en la FIL

Me quedo con la necesidad de reevaluar, con honestidad y valor, nuestra historia: algo que plantearon, en tonos distintos pero coincidentes, Ignacio Solares, autor de El jefe máximo, y Paco Ignacio Taibo II, autor de El Álamo. El primero recupera la figura extremadamente compleja de Plutarco Elías Calles; el segundo, la de la batalla del Álamo. Ambos libros nos invitan a releer nuestra historia con otra óptica que la cada vez más pobre, más editada, más prostituida versión oficial.

Me quedo con la sencillez y la belleza de dos artistas admirables: Bárbara Jacobs y Vicente Rojo. Pareja, ambos trabajaron juntos en el más reciente libro de Jacobs, Leer, escribir. El libro, bellamente ilustrado con láminas del Alfabeto secreto de Rojo, es precisamente lo que anuncia su título: una reflexión sobre los placeres y los misterios de la lectura y la escritura. Y ambos, sobre todo, son bellísimas personas.

Barbara Jacobs, en la presentacion de Leer, escribir

Me quedo con el periodismo arrojado, valiente, sin concesiones de la mexicana Sanjuana Martínez, y de la española Judith Torrea, juntas en Guadalajara para la presentación de Juárez en la sombra, libro de esta última. Sanjuana, desde Monterrey, y Judith desde Juárez, denuncian la violencia del narcotráfico y llaman a rendir cuentas a unas autoridades impotentes, incapaces e irresponsables. Les invito a que lean los blogs de ambas.

Me quedo con el inmenso corazón de Jorge F. Hernández, quien ante la bestialidad de los cárteles que dejaron 26 cadáveres en un punto de Guadalajara cercano a la FIL, el día que comenzó la Feria, convocó al público a leer, leer, y leer; a abrazar la poesía, la narrativa, las letras como respuesta, como resistencia, como protesta.

Jorge F. Hernandez, Gerardo F. Cardenas (y Borges)

Me quedo con Biel Mesquida (Castellón de la Plana, 1947), un extraordinario poeta que conocemos poquísimo de este lado del Atlántico porque la mayoría de su obra está en catalán, salvo por la novela Excélsior (1995), y el libro de relatos Acrollam (2008), traducidos al español, pero lamentablemente agotados.

Biel cautivó a los asistentes a la FIL por su intensidad, por el dolor que le causaba ver el daño que, en los mexicanos, ha causado la violencia; y porque interrogado sobre cómo se puede escribir poesía en un país donde los muertos se cuentan por decenas de miles, o los apilan casi a las puertas del mayor festival literario del mundo, Biel llamó a escritores y lectores a ser valientes, a no dejar de escribir poesía, o cuento, o novela, a alzar la voz, a ser la voz.

Me quedo con los azares de Guadalajara. La literatura, la vida misma – ya lo dice Jorge F. Hernández – es azar. Azar es caminar por los pasillos de la FIL y encontrarte libros que no esperabas y que te llevas en la maleta: Huidobro, Lizalde, Jacobs, Rojas, Apollinaire. Y toparte, luego de tanto tiempo, con Nubia Macías, quien hace un estupendo trabajo como directora de la FIL.

Biel Mesquida. Cortesia FIL Guadalajara/Bernardo DeNiz

Azar es el reencuentro: con la familia Ávalos, de Zapopan, que nos dio hospedaje y nos refrendó a Ana María y a mí su amistad. Sería ingrato no mencionarlos uno por uno, así que Ernesto, Margarita, Tito, Paola, Tamara y Fiona: gracias por la amistad, la complicidad y el calor de hogar.

Azar también fue el reencuentro con Montserrat Méndez, compañera de la universidad, a quien no veía desde 1984. Gracias Montse, por el reencuentro, la conversación, y las mejores tortas ahogadas de Guadalajara.

Abajo está el vídeo (en dos partes) de la presentación de A veces llovía en Chicago, filmado por Tito Ávalos.

Déjense atrapar por el azar de los libros. Lean – en voz alta, en voz baja, en secreto, por amor, por rebeldía, por valentía, porque no se hunda el país, porque vale la pena, porque es necesario. Lean.