En solidaridad con mi amiga y colega Sanjuana Martínez
¿Con qué herramientas, con qué lentes, entender y ver las elecciones del 1 de julio en México y el complicado proceso de recuentos, apelaciones y desgarros que le ha seguido? El 1 de julio fue, como todo proceso electoral, una jornada de emotividades y disputas. Mi sensación general es que algo le falta a mi país en su árido camino hacia la democracia; algo falla. Y no es la sospecha o presunción de fraude; no es el tema de la compra de votos disfrazada de beneficios; no es la actitud generalizada de desconfianza hacia el proceso o hacia las autoridades que lo sancionan; no es la personalidad de los candidatos; no es la banalidad y venalidad de muchos medios de comunicación.
No es cada cosa en particular, sino todas en conjunto, y además un 40 por ciento de votantes que no sufragan o que su anulan su voto. Es el bosque, no las ramas. El cuadro de la democracia mexicana es todavía un lienzo inacabado. Por ser inacabado, precisamente, la sociedad civil debe aprovechar las lecciones del 1 de julio y construir, más que destruir. Como en el 2000, como en el 2006, en el 2012 está en manos de la gente actuar y pintar ese cuadro que no termina de cobrar forma. De la gente, y no de sus políticos. En el siglo XXI, ganadores y perdedores de las elecciones del 2012 son aún políticos del siglo XX, y no nada más por haber nacido en ese siglo.
Algunas reflexiones:
1- El estertor: Pasadas las primeras 24 horas de euforia de los ganadores, y profunda decepción de los perdedores (me incluyo), creo que todos nos merecemos empezar a ver las cosas son más serenidad. Tenemos dos peligrosas tendencias en nuestra política: al alarido ronco del ganador, y al desgarre de vestimentas del perdedor, y en medio hay un profundo abismo de abulia (no olvidemos que 40% del padrón ni siquiera votó, o anuló su voto). No podemos construir una democracia que no esté adjetivada si antes no nos deshacemos del exceso de signos de admiración.
2- La desconfianza como filosofía: Nos persiguen de tal manera nuestros propios fantasmas, que no sólo hemos hecho del proceso electoral uno de los más churriguerescos de Occidente, sino que además nos damos el lujo de luego descreer del mismo cuando el resultado no nos favorece. Es verdad que el tema de la compra de votos reclamaba que se revisasen los emitidos; coincido con quienes piden que a nuestro sistema se le agregue una segunda vuelta. Pero la desconfianza y la sospecha terminan por desalentar al votante que no está inmiscuido en el debate político y que, por las razones que sea, sufraga de tal o cual manera. La desconfianza por la desconfianza misma, por arrogancia política, sólo nos hunde más en nuestras propias limitaciones.
3- Los próximos 6 años del PRI: El PRI se prepara para su regreso a la presidencia tras 12 años en los que rearmó sus bases y su estrategia territorial. Estrategia territorial que se favorece de la masiva abulia política de las mayorías. ¿Qué van a hacer este PRI y su mediático líder en el gobierno? Depende tanto de ellos, como de la oposición y de la sociedad. Si la sociedad y la oposición no ejercen un marcaje social y político de peso y con propuestas, el PRI hará lo que cualquier partido en el poder al cual no se le marcan límites. Esto se aplica igual si hubiesen ganado el PAN o el PRD.
4- Los próximos 6 años del PRD: Creo que la izquierda tiene una oportunidad única de abundar en lo ganado y canalizar el movimiento social, especialmente el estudiantil. Y de optar, eso espero, por un liderazgo menos mesiánico. Por esa izquierda, por una izquierda que pueda ir a la vanguardia de los movimientos nacionales, que pueda movilizar a las mayorías apáticas y desencantadas que no ha sabido atraer, en vez de desgarrarse por las derrotas, es por la que estoy.
5- Los próximos 6 años del PAN: Pocos partidos han alcanzado su máximo objetivo para luego desplomarse con tal contundencia, en tan poco tiempo. Si antes se hablaba del canibalismo de la izquierda, hay que ver el canibalismo de esta derecha desfigurada, corrupta y pestilente. Y apenas estamos viendo el inicio del colapso total.
6- El sector ciudadano: Este es un tema en el que insisto, e insistiré. En Estados Unidos, Canadá y Europa, las organizaciones no gubernamentales son el gran contrapeso a la acumulación del poder en los partidos, los políticos y los medios. Lo mejor que le puede pasar a #YoSoy132 es, en vez de perderse en el marasmo de las ideologías y los partidos, convertirse en una organización ciudadana que apuntale a la sociedad civil. Mientras México no fortalezca este sector a pulso de sus propios y comprometidos ciudadanos, el modelo democrático seguirá siendo cojo, o tuerto.
7- Los medios: Uno de los logros más importantes del movimiento estudiantil fue confrontar a los medios de comunicación, especial pero no únicamente a la televisión. La exigencia de medios que actúen profesional e independientemente tiene que canalizarse ahora, vuelvo al punto, a través de organizaciones ciudadanas que observen, monitoreen, critiquen y denuncien. La concentración de los medios en unos cuantos grupos, y la clarísima filiación política de Televisa, que no cesó de apoyar a Peña Nieto y al PRI desvirtúan al proceso informativo y contribuyen tanto a la abulia del ciudadano medio, como al encono de los grupos más politizados. Caso más que evidente: las encuestas. La democratización de los medios no se puede ni debe limitar a las redes sociales, por cuanto menos de un 10 por ciento de la población nacional participa en, o tiene acceso a, ellos.
Para leer, adicionalmente: no comparto del todo sus opiniones, pero me parece muy interesantes la perspectivas de José Carlos Luque Bazán en El País, y un artículo en CNN de Robert Pastor, agudo observador de la realidad mexicana, que habla sobre las complejidades del sistema electoral.
Comentarios
Aún no hay comentarios.