Escribe la poeta, traductora y editora mexicana Jeannette L. Clariond en Cuaderno de Chihuahua, que la traducción “educa a leer el ser por el lenguaje…Traducir es la más alta manifestación de respeto de una vocación de escucha”.
Esto viene a cuento, además de la presencia de Jeannette Clariond en Chicago de la que hablaré la semana próxima, porque recibí un correo electrónico hace unos días de Fernando Macotela, director de la Feria del Libro del Palacio de Minería, quien compartía con varios una anécdota ocurrida hace poco en la que un amigo suyo repartió con varios una serie de poemas del estadounidense Billy Collins (a quien ya ha reseñado en este blog), para que los tradujeran al español.
Fernando tradujo On Turning Ten/Al cumplir diez años, y lo hizo suyo. El ser hecho propio a través del lenguaje, el ser del poema capturado primero en la escucha, luego en el respeto al autor; el lenguaje que trasladado se hace nuestro.
Fernando también quiso compartir el poema, que habla sobre los cumpleaños y el tiempo, porque el suyo se aproxima. Le mando un abrazo y con permiso suyo, transcribo aquí tanto la versión traducida, como el original de ese estupendo, sarcástico poeta que es Billy Collins.
Al cumplir diez años
La sola idea me hace sentir
como que me voy a enfermar,
y será algo peor que cualquier dolor de estómago
o los dolores de cabeza que me dan cuando leo con poca luz—
una especie de sarampión del espíritu,
unas paperas de la psique,
unas viruelas locas del alma.
Me dices que es muy pronto para estar viendo hacia atrás,
pero es porque ya olvidaste
la perfecta simplicidad de ser uno
y la bella complejidad que dos pueden provocar.
Pero puedo tirarme en la cama y recordar cada cifra.
A los cuatro años yo era un mago árabe.
Me podía volver invisible si me tomaba
un vaso de leche de una cierta manera.
A los siete era un soldado, a los nueve un príncipe.
Pero ahora lo que hago es estar en la ventana
mirando la última luz del atardecer.
Antes no se veía tan solemne
cuando iluminaba mi casa en el árbol,
y mi bicicleta nunca estaba recargada en el garaje
como está hoy
que ya le extraje toda su oscura velocidad melancólica.
Éste es el principio de la tristeza, me digo,
mientras camino en chanclas por el universo.
Ya es hora de despedirme de mis amigos imaginarios,
hora de cumplir la primera cifra grande.
Parece que fue ayer cuando creía
que no había sino luz bajo mi piel.
Si me cortabas podía yo brillar.
Pero ahora cuando me caigo en las aceras de la vida,
me raspo las rodillas. Y sangro.
Billy Collins
Traducción de Fernando Macotela
On Turning Ten
By Billy Collins
The whole idea of it makes me feel
like I’m coming down with something,
something worse than any stomach ache
or the headaches I get from reading in bad light–
a kind of measles of the spirit,
a mumps of the psyche,
a disfiguring chicken pox of the soul.
You tell me it is too early to be looking back,
but that is because you have forgotten
the perfect simplicity of being one
and the beautiful complexity introduced by two.
But I can lie on my bed and remember every digit.
At four I was an Arabian wizard.
I could make myself invisible
by drinking a glass of milk a certain way.
At seven I was a soldier, at nine a prince.
But now I am mostly at the window
watching the late afternoon light.
Back then it never fell so solemnly
against the side of my tree house,
and my bicycle never leaned against the garage
as it does today,
all the dark blue speed drained out of it.
This is the beginning of sadness, I say to myself,
as I walk through the universe in my sneakers.
It is time to say good-bye to my imaginary friends,
time to turn the first big number.
It seems only yesterday I used to believe
there was nothing under my skin but light.
If you cut me I could shine.
But now when I fall upon the sidewalks of life,
I skin my knees. I bleed.
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