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Medio Oriente

Medio Oriente: El Alto Riesgo del Contagio

Son jóvenes, pobres, desempleados y están hartos de gobiernos corruptos e ineficientes. De Túnez a Egipto, pasando por Yemen, Jordania y Líbano, estos jóvenes han dicho basta, y sin mayor organización ni cabezas visibles, armados sólo por la valentía del hartazgo, se han lanzado a la calle.

Al momento de escribir estas líneas, habiendo caído el gobierno de Túnez, el gobierno de Hosni Mubarak en Egipto pende de un hilo, pero también pende sobre la cabeza de los insurrectos egipcios la amenaza de una represión militar masiva.

Estados Unidos ha hecho un llamado a Mubarak para que permita el triunfo de la democracia. Pero ¿puede Washington hacer este llamado cuando por 30 años gastó miles de millones de dólares en sostener a Mubarak y su aparato militar?

Primero Túnez, y después Egipto. ¿Cuándo Marruecos, Argelia, Siria o inclusive Arabia Saudí? Al mirar las manifestaciones en El Cairo, no puedo dejar de pensar en la insurrección popular que significó el fin del bloque comunista en Europa Oriental, simbolizada por la caída del Muro de Berlín.

No es una comparación accidental. El tren de la Guerra Fría se fue descarrilando vagón por vagón: Polonia, Alemania Oriental, Hungría, Rumania, Bulgaria, Yugoslavia, Checoslovaquia, etcétera.

Es tal vez algo temprano para determinar que la misma lógica de dominó se aplicará al Magreb y a otros países del Medio Oriente. Pero no olvidemos esto: Medio Oriente, junto con el África Subsahariana, son los últimos trozos del pastel de la Guerra Fría. Egipto era un factor clave: Occidente invirtió incontables cantidades en mantener vivo un régimen que pudiera ofrecer cierta estabilidad a la región, trabajar con Israel, y mantener a raya al islamismo extremo.

Tampoco olvidemos que fue de Egipto de donde surgieron las ideas del radicalismo islámico, que luego se extenderían por Palestina y Líbano, y principalmente por Afganistán. Al Qaeda tiene sus orígenes ideológicos en El Cairo. Washington y Londres lo sabían, y el precio de contener ese alud era apuntalar al régimen corrupto y opresivo de Mubarak. Costase lo que costase.

Occidente ha tenido ahora una respuesta lenta, confusa. Obama ha llamado a Mubarak a dejar que la democracia triunfe – la respuesta de Mubarak fue destituir a todo su gobierno, reforzarse con el ejército y tratar de callar las voces del pueblo expresadas a través de Twitter y Facebook, algo muy parecido a lo que sucedió el año pasado en Irán.

Hillary Clinton, secretaria de Estado norteamericana, se hizo eco de su jefe y pidió al líder egipcio implementar reformas sociales, políticas y económicas. Tomando en cuenta que Washington le ha dado suficiente dinero a El Cairo para que hubiera hecho esto desde hace décadas, las afirmaciones de Clinton resultan huecas e inútiles.

Para los intereses estadounidenses en la región es urgente que las respuestas sean menos condescendientes y huecas que las expresadas hasta ahora por Obama y Clinton. Hay mucho en juego, y Washington teme las consecuencias de una rebelión popular regional que derroque gobiernos y entregue la rienda de esos países a los grupos islámicos.

No es una cuestión secundaria: hasta ahora la poderosa Hermandad Musulmana de Egipto se ha mantenido al margen, pero si cae Mubarak, puede dar un agresivo paso al frente. El Cairo, hasta ahora, había sido un aliado clave de Washington y Londres en la lucha contra Al Qaeda.

Poco se ha sabido de Irán, pero Irán es un actor clave en la región. De momento hace una aparición indirecta, tras la figura de Mohammed El Baradei, quien surge como cabeza visible de la insurrección egipcia. El Baradei fue líder de la Agencia Internacional de Energía Atómica y, como tal, un importante aliado de Irán y defensor de su programa de energía nuclear.

El Baradei volvió recientemente a Egipto para disputarle la presidencia a Mubarak. El Baradei ciertamente es una figura popular entre el pueblo egipcio, pero habría que preguntarse si los intereses que él representa son exclusivamente egipcios. Después de todo El Baradei es miembro de la Junta Directiva del International Crisis Group, una organización no gubernamental creada para, según su propia literatura “prevenir y resolver conflictos letales”. Junto con El Baradei, son miembros de la Directiva, entre otros, el polémico magnate financiero George Soros, el ex embajador de EU ante la ONU Thomas Pickering, la ex Representante Comercial de la Casa Blanca Carla Hills, el ex secretario general de la ONU Koffi Annan, el ex jefe militar de la OTAN Wesley Clark, el ex presidente chileno Ricardo Lagos, y el ex secretario general de OTAN Javier Solana. Enlistados además en este grupo como Senior Advisers el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo y el ex canciller del mismo país Jorge Castañeda.

La crisis de Medio Oriente es, en efecto, de origen popular, alimentada por décadas de corrupción que han resultado en un presente de pobreza y desesperación para los jóvenes en Egipto, Túnez, Yemen y muchos otros países de la región. La resolución, el futuro de esa crisis, es sin embargo territorio de muchos intereses encontrados.

Sería un error, un riesgo gravísimo, ignorar esta situación.

Acerca de gerardo1313

Escritor, periodista, promotor cultural, estratega de comunicación y agente literario. Reside en México tras casi 30 años viviendo en Estados Unidos y Europa. Autor de siete títulos de poesía, cuento, teatro y traducción literaria. Co-fundador y co-director de la agencia literaria PaGe.

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